No cabe duda que cada vez que oímos el nombre de este reconocido negocio familiar, ubicado en plena avenida Einstein, inmediatamente lo asociamos a las fiestas patrias. La realidad es que el local mantiene una clientela cautiva desde hace décadas, tanto comerciantes como particulares, quienes se abastecen durante todo el año en la chichería más querida de la capital.
Desde hace casi 30 años y ubicada en la icónica esquina de Einstein con el Guanaco, en la comuna de Independencia, se encuentra “Las Pipas de Einstein”. Una picada santiaguina, que reúne un público sumamente diverso, pero con una característica particular: todos buscan la mejor chicha y el pipeño más rico. Por eso que cada septiembre, hacen largas filas para poder comprar todo lo necesario para celebrar, como corresponde, las fiestas patrias.
La historia del negocio se remonta con la llegada de don Mario Rivas Rodríguez a la capital, a principios de los años ochenta, proveniente de su ciudad natal, Chillán. Si bien el local no se instaló inmediatamente en esta esquina, una vez que llegó con sus barricas a este lugar, comenzó a forjar el destino de “Las Pipas de Einstein” y que los hace un referente y, por qué no decirlo, parte del folclore inmaterial del país.
Hoy en día, la empresa es dirigida por don Mario en compañía de sus hijas Pamela y Andrea. La picada se transformó en un negocio familiar que, con las habilidades y competencias de cada uno, hoy los hace una marca reconocida con un sello único. El core del negocio sigue siendo la venta al mesón, que resulta esencial para sacar ventaja competitiva y que le da valor a su nombre. “Durante todo el año, el fuerte de nuestro negocio es la venta en el mesón. Tenemos una clientela de años, que se ha mantenido en tiempo” nos cuenta Andrea Rivas, quien agrega que esta fidelización se debe “Primero, porque la calidad de nuestros productos jamás ha bajado. Trabajamos con proveedores desde hace más de veinte años. Y, en segundo lugar, porque sabemos cómo cuidar los vinos, la chicha, todos nuestros productos, ya que tienen un proceso de producción muy sensible”.
A contar de la segunda semana de septiembre y hasta finales de octubre, se mantiene la alta demanda “quizás no con el mismo flujo de personas, pero sí más de lo habitual”. Tanta es la cantidad de clientes en las semanas previas al “dieciocho” que, el nuevo local que habilitaron como restaurante y que está ubicado a un costado del establecimiento principal, debe convertirse en una extensión del mostrador para poder recibir a los cientos de compradores que se acumulan en la vereda. Por lo mismo, el equipo de trabajo, que habitualmente es de 7 personas, en esta época aumenta a 60.
“Las Pipas de Einstein” tiene entre sus clientes a varios restaurantes tradicionales de Santiago, como La Piojera, Bar Nacional, El Quitapenas, Costa Azul y Las Tejas. Sin embargo, el cierre de estos recintos a contar del estallido social y posteriormente, con la cuarentena por el Covid-19, significó que, como tantos otros negocios, se resintieran y tuvieran que planificar una nueva estrategia para salir del paso. El “cambiar completamente la perspectiva del negocio” fue fundamental y fue lo que marcó la diferencia, para no tener que bajar las cortinas o despedir personal.
Esta nueva estrategia, impulsada por Pamela Rivas, fue sacar provecho de las redes sociales y la incorporación a los canales de ventas digitales. “La venta por delivery fue un nicho muy bueno para nosotros, en un punto que nos vimos sobrepasados. El primer año no estábamos preparados, porque sabemos que a la gente le gusta ir a “Las Pipas” por la tradición de probar nuestros productos: el pipeño, el vino añejo o la chicha. Nunca dimensionamos la respuesta del público. Obviamente con el delivery no existe esta posibilidad, entonces tuvimos que armar un catálogo detallado que, además, incluyera imágenes de los productos, valores y los costos por despacho”.
En segundo lugar, “las empresas de delivery existentes, no transportan los productos en el formato que nosotros los comercializamos. Imagínate un bidón en una moto”, comenta Andrea. Por lo mismo, la solución fue contratar repartidores particulares, aunque fuese una solución “un poco casera”, pero fue la forma que se necesitaba para, uno, responder al cliente que, aun estando en cuarentena, quería conseguir los productos y, dos, para no dejar que el negocio sufriera pérdidas importantes.
El furor que causó la venta por internet, reflejaba la misma identidad del cliente presencial: aquel que compra para consumo familiar y el que lo hace para un negocio. “Había muchos que nos pedían por WhatsApp una botella de chicha y una de pipeño, dispuestos a pagar los costos de trasladado” Y en la otra vereda estaban quienes vieron la necesidad y oportunidad de generar nuevos ingresos en época de crisis, “Se abrió un nuevo mercado, pues muchos negocios también necesitaron reinventarse en época de pandemia y lo que hicieron fue ampliar sus giros comerciales, para poder comercializar los productos de Las Pipas”.
Para hacerse una idea, la primera gran venta al por mayor de este año fue con un comercio de Talagante, que antes era una panadería y hoy, debido a la demanda de sus clientes, decidieron convertirse en minimarket y sacar patente de alcohol, únicamente para comercializar los productos de “Las Pipas de Einstein” y mejorar la economía de su empresa.
Las ventas por e-commerce ha significado que, del total de las operaciones, 1/3 de ellas sean por plataformas digitales. Sobre esto, Andrea nos cuenta que “quizás, todas las reinversiones que nuestra empresa ha tenido durante todos estos años, fueron discretas comparadas con lo que nos obligó a hacer la pandemia”.
“Las Pipas de Einstein” continúa en el sitial de la chichería más reconocida de Santiago, de ser el encargado de dar el puntapié inicial a las celebraciones patrias y, aun así, conserva el romanticismo de la picada de campo o de bar de puerto que sigue atrayendo antiguos y nuevos clientes.
