Mi Turbante: Accesorios para realzar la belleza y armonizar el equilibrio emocional

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Lo que inició como un hobby creando turbantes y cintillos para su hija, hoy se ha transformado en herramienta terapéutica para cientos de mujeres que viven con alopecia o que están pasando por un tratamiento de quimioterapia. Esta es la historia de Yatzury y su emprendimiento.

Romper la estructura mental y sus paradigmas fue clave para Yatzury Quiroz.  De formación ingeniero industrial, esta venezolana radicada en nuestro país hace ocho años, hoy cuenta con más de 11 mil seguidores en Instagram gracias a su emprendimiento Mi Turbante. ¿Cómo lo hizo?, aquí te contamos su historia.

Acostumbrada a la estructura que le entregó la ingeniería, Yatzury tenía planificado todo lo quería hacer: ya en Chile comenzó a trabajar en una consulta médica, fue mamá y en su mente tenía claro que seguiría trabajando, su bebé estaría en la sala cuna y ella lograría encontrar un trabajo en su especialidad. Sin embargo, no siempre las cosas se dan como uno espera. Isabel, la pequeña bebé, pasó de una crisis respiratoria a otra, lo que la obligó a estar muchos meses con licencia médica, lo cual, también, complicó la salud mental de Yatzury, quien veía que su hija no lograba recuperarse y ella no podía cumplir con las metas que había trazado. “Finalmente, decidí renunciar. Tenía mucha ansiedad por trabajar en lo que había estudiado y no lo lograba”, recuerda esta joven emprendedora.

Iniciaba el 2019 y una amiga le habló acerca de una conocida, que estaba buscando turbantes para su hija, que estaba pronta a nacer. Yatzury, sin saber de qué se trataban, comenzó a buscarlos por internet, ver diseños y cómo confeccionarlos, siempre pensando en hacer unos modelos para Isabel, su hija. Gastó 10 mil pesos en retazos (orientada por las vendedoras, porque no conocía nada sobre telas) y se puso manos a la costura. Comenzó llamando la atención de las mamás de jardín infantil, quienes le preguntaban dónde los había comprado, además de las vecinas de su barrio. “A todos les gustaban mis turbantes porque eran una alternativa súper linda, abrigadora y distinta al clásico gorrito. Así que dije, bueno… si quieren se los vendo”, cuenta Yatzury sobre el inicio de su emprendimiento.

Aun renuente, escuchó las palabras de su psicóloga, quien le aconsejó: “De pronto tú te estás cegando y cerrando a otras posibilidades que, aunque no sea lo que tú esperabas, puede significar otra forma de desarrollarse”. El consejo resonó en su cabeza y, de ahí en más, cada persona que se le atravesara en el camino y le preguntara por sus turbantes, ella se los ofrecía.

Abrió su cuenta en Instagram y llegada la pandemia, el negocio, literalmente creció. Tuvo que sortear la escasez de telas, la dificultad para entregar el producto y, sobre todo, que los accesorios los hacía a mano, sin máquina de coser. “Todo era a mano, sin máquina. Me levantaba cosiendo y me acostaba cosiendo. Todo lo hacía cuidadosamente para no desperdiciar ningún trozo de tela, hasta que un año después, tuve mi primera máquina”, agrega la emprendedora venezolana.

Lo que Yatzury nunca imaginó y, quizás, ha sido el vuelco más significativo (en toda a extensión de la palabra) es que sus turbantes se han convertido en un regalo terapéutico para muchas mujeres en quimioterapia y para quienes sufren de alopecia. “Dios me fue llevando en ese camino y me permite ayudar a muchísimas personas a sentirse mejor a través de mis productos. Me cuentan lo bien que se sienten, cómo las hace sentir mejor y bellas. Ayudar en esa transformación es lo que hoy me hace muy feliz” y, agrega que “a veces lo peor que te pasa, es lo mejor que te puede pasar. Ya que yo veía catastrófico el hecho de tener que dejar mi trabajo estable por la situación de salud de mi hija, y la vida te da sorpresas y ha sido una bendición en lo que se ha convertido Mi Turbante”.

Si bien cuenta con una clientela fiel y constante, Yatzury no maneja un stock de sus productos, pues aquella típica frase que dice “100% personalizados”, aquí, se cumple a cabalidad. Cada turbante, cintillo o el resto de los accesorios que se fabrican, son realizados de acuerdo con las medidas, diseño y tela a elección de quien los compra. “Tenemos la particularidad de que cada producto es único. Yo hablo con mis clientes, me cuenta su historia, qué es lo que ven en mis productos, qué les gusta, cómo se viste, qué colores usa y ahí vamos viendo los modelos o el tipo de tela que les gusta. Es mucho más que concretar una venta, ha sido una hermosa forma de hacer comunidad”, concluye Yatzury. Y, justamente, es esa gran comunidad la que permitió, a través de todos sus comentarios y likes, convertir a Mi Turbante en una de las Pymes ganadoras de nuestro concurso DatoAvisos permitiéndonos dar a conocer su historia y la tremenda misión en que se ha convertido.

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